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Fondue

La historia de la fondue se remonta a los pastores y montañeros suizos de Jura y los Alpes, que tenían por costumbre calentar trozos de queso viejo con el fin de ablandarlos, y sobre todo, para tener un plato caliente que comer. El nombre significa literalmente derretido en francés.

Desde entonces, este plato se ha hecho un gran embajador de la Gastronomía Suiza, aunque también está presente en otras regiones como Saboya, el Franco Condado, el Valle de Aosta y el Piamonte.

La más típica es la fondue de queso, que para que se mantenga fundido se emplea una especie de pequeño hornillo de mesa sobre el que se coloca el caquelón (nombre que recibe el recipiente donde se derrite el queso de las fondues). Hoy en día, hay hornillos de alcohol, gas butano, o incluso eléctricos. Al queso se le añade un chorrito de vino y en él se untan trozos de pan, de frutas o encurtidos… usando un pincho metálico largo a modo de tenedor.

Existen también otros tipos de fondue, como la de carne (llamada borgoñona), que normalmente se hace con carne de vacuno de primera calidad, aunque también puede haber variantes con carne de pollo, pavo o solomillo de cerdo. Cuando se sumerge la carne en el aceite, se tiene que formar en ella una costra que no deje escapar su jugo. Se usan para acompañarla muchos tipos de salsas frías, como puede ser la mayonesa, salsa barbacoa, mostaza, salsa rosa...

Aunque sin duda la más dulce y que se puso más de moda últimamente fue la fondue de chocolate. Se derrite el chocolate y en él se mojan trozos de frutas, galleta, bizcocho o cualquier cosa que se quiera y a la que le siente bien el dulce. Hay marcas, como Nestlé, que han creado su propio producto de chocolate especial para fondue, que además se puede derretir directamente en el microondas.